Una encuesta recientemente realizada en Inglaterra mostró que el 60% de las parejas que convivían bajo un mismo techo discutían, en distinto grado, sobre temas relacionados con el consumo de energía.
Los aspectos de mayor discusión incluían el dejar las luces prendidas (40%), dejar los artefactos electrónicos en “stand by” (28%) o tener demasiado elevada la temperatura de la calefacción (27%).
Otros datos muestran que también se discute sobre si dejar las ventanas abiertas con la calefacción encendida, dejar las luces prendidas en habitaciones sin ninguna persona en su interior o calentar más agua de la que se requiere para un te o café.
También suele ser motivo de discusión el argumento de compensar ahorros con gastos: “como no viajé en avión durante las vacaciones, ahora puedo gastar más energía en calefacción o puedo dejar las luces prendidas o ir en auto al trabajo”.
Parecen discusiones intrascendentes, pero varios consejeros matrimoniales afirman que los temas relacionados con la protección del medio ambiente se están convirtiendo en causales de rupturas de parejas a un nivel equivalente al de tener o no hijos, al de si la mujer debe quedarse en la casa para el cuidado de la misma y la educación de los hijos, como así también a las clásicas discusiones sobre el manejo del dinero generado en común.
Discusiones habituales tales como las relacionadas con la ropa tirada o sucia dejadas en cualquier lugar, ver demasiados deportes en la televisión o asistir o no a la iglesia, están siendo paulatinamente reemplazadas por viajar o no en avión por trabajo o vacaciones, usar auto o transporte público, consumir o no alimentos que provienen de países lejanos y otros equivalentes. La expresión habitual para el inicio de la discusión es: “No puedo creer que no tomes en serio esta cuestión. No puede ser que no te importe esto”.
Aparecen nuevos términos tales como “incompatibilidad geográfica” para indicar la inconveniencia de una pareja potencial debido a que vive muy lejos de su posible “alma gemela”, lejanía que se traduce en numerosos viajes en avión con su correspondiente aumento en la concentración de gases de efecto invernadero. También se habla de “incompatibilidad ecológica” para referirse a una pareja cuyas diferencias en lo que concierne a la protección del medio ambiente y a las reducciones en los consumos individuales de energía, deberían llevar inevitablemente a la ruptura del vínculo.
En un post de febrero del 2008 (El Tsunami Final) reproduje las declaraciones de dos científicos involucrados en el tema del Cambio Climático: “Estamos desarrollando un experimento que está sin control en el único hogar que tenemos”. Expresándolo en números: si las emisiones de dióxido de carbono continúan creciendo al ritmo de los últimos 30 años durante los próximos 50 años, se duplicará la concentración de CO2 en la atmósfera, llegando a las 560 partes por millón para el año 2050. Estos números no incluyen a países como China e India cuya contribución a la contaminación ambiental es relativamente reciente y cuya voluntad y posibilidad de tener industrias poco contaminantes es muy baja.Ahora bien, si no se empieza a reducir rápidamente la emisión de CO2 para evitar duplicar la concentración en la atmósfera, llegará un momento en que las únicas alternativas factibles serán cerrar todas las fábricas y parar todos los autos o esperar el Tsunami Final.
El concepto clave a tener en cuenta es que la naturaleza no entiende de compensaciones individuales o de argumentos durante una discusión de pareja. Todos deberíamos calcular nuestra huella ecológica, conversarlo con nuestra pareja y nuestros hijos y adoptar una actitud coherente y sostenida en el tiempo sobre como reducir nuestra emisión de gases de efecto invernadero.
Hollywood no va a demorar mucho en hacer la “remake” de la Guerra de los Roses; ahora el conflicto será por el cuidado del medio ambiente.
Los aspectos de mayor discusión incluían el dejar las luces prendidas (40%), dejar los artefactos electrónicos en “stand by” (28%) o tener demasiado elevada la temperatura de la calefacción (27%).
Otros datos muestran que también se discute sobre si dejar las ventanas abiertas con la calefacción encendida, dejar las luces prendidas en habitaciones sin ninguna persona en su interior o calentar más agua de la que se requiere para un te o café.
También suele ser motivo de discusión el argumento de compensar ahorros con gastos: “como no viajé en avión durante las vacaciones, ahora puedo gastar más energía en calefacción o puedo dejar las luces prendidas o ir en auto al trabajo”.
Parecen discusiones intrascendentes, pero varios consejeros matrimoniales afirman que los temas relacionados con la protección del medio ambiente se están convirtiendo en causales de rupturas de parejas a un nivel equivalente al de tener o no hijos, al de si la mujer debe quedarse en la casa para el cuidado de la misma y la educación de los hijos, como así también a las clásicas discusiones sobre el manejo del dinero generado en común.
Discusiones habituales tales como las relacionadas con la ropa tirada o sucia dejadas en cualquier lugar, ver demasiados deportes en la televisión o asistir o no a la iglesia, están siendo paulatinamente reemplazadas por viajar o no en avión por trabajo o vacaciones, usar auto o transporte público, consumir o no alimentos que provienen de países lejanos y otros equivalentes. La expresión habitual para el inicio de la discusión es: “No puedo creer que no tomes en serio esta cuestión. No puede ser que no te importe esto”.
Aparecen nuevos términos tales como “incompatibilidad geográfica” para indicar la inconveniencia de una pareja potencial debido a que vive muy lejos de su posible “alma gemela”, lejanía que se traduce en numerosos viajes en avión con su correspondiente aumento en la concentración de gases de efecto invernadero. También se habla de “incompatibilidad ecológica” para referirse a una pareja cuyas diferencias en lo que concierne a la protección del medio ambiente y a las reducciones en los consumos individuales de energía, deberían llevar inevitablemente a la ruptura del vínculo.
En un post de febrero del 2008 (El Tsunami Final) reproduje las declaraciones de dos científicos involucrados en el tema del Cambio Climático: “Estamos desarrollando un experimento que está sin control en el único hogar que tenemos”. Expresándolo en números: si las emisiones de dióxido de carbono continúan creciendo al ritmo de los últimos 30 años durante los próximos 50 años, se duplicará la concentración de CO2 en la atmósfera, llegando a las 560 partes por millón para el año 2050. Estos números no incluyen a países como China e India cuya contribución a la contaminación ambiental es relativamente reciente y cuya voluntad y posibilidad de tener industrias poco contaminantes es muy baja.Ahora bien, si no se empieza a reducir rápidamente la emisión de CO2 para evitar duplicar la concentración en la atmósfera, llegará un momento en que las únicas alternativas factibles serán cerrar todas las fábricas y parar todos los autos o esperar el Tsunami Final.
El concepto clave a tener en cuenta es que la naturaleza no entiende de compensaciones individuales o de argumentos durante una discusión de pareja. Todos deberíamos calcular nuestra huella ecológica, conversarlo con nuestra pareja y nuestros hijos y adoptar una actitud coherente y sostenida en el tiempo sobre como reducir nuestra emisión de gases de efecto invernadero.
Hollywood no va a demorar mucho en hacer la “remake” de la Guerra de los Roses; ahora el conflicto será por el cuidado del medio ambiente.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario