viernes, 30 de noviembre de 2007

MOLÉCULAS GIGANTES


HISTORIA DE LA PELOTA DE FÚTBOL, 4º Parte

A comienzos del siglo XX se había comprobado que ciertas sustancias que tenían proporciones similares de carbono e hidrógeno diferían apreciablemente en sus propiedades, siendo la temperatura de fusión una de las más variables. Se comenzó a especular que las relaciones entre los átomos de esas moléculas eran más complejas que las postuladas a la fecha. En 1920, el químico alemán H. Staudinger postuló la existencia de moléculas de cadena larga (macromoléculas) conformadas por una secuencia repetida de átomos. La reacción de polimerización implicaba la creación de una cadena muy larga a través de la unión de monómeros para obtener el polímero.

La mayoría de los polímeros están constituidos por hidrocarburos, donde el carbono es la “columna vertebral” de la molécula y los átomos de hidrógeno están ligados a la misma; la estructura polimérica más sencilla es el polietileno.

Otros polímeros que sólo contienen carbono e hidrógeno son el polipropileno, polibutileno, poliestireno y polimetilpenteno. Hay otros elementos químicos que pueden estar presentes en la estructura molecular de los polímeros: oxígeno, nitrógeno, silicio, azufre, fósforo, cloro y flúor. El caucho vulcanizado contiene azufre; el nylon tiene oxígeno y nitrógeno; los poliéster y policarbonatos poseen oxígeno; el teflón contiene flúor y el policloruro de vinilo (PVC) contiene cloro. Existe un conjunto de sustancias denominadas polímeros inorgánicos cuya columna vertebral está constituida por silicio o silicio-oxígeno; el polímero inorgánico más “popular” tiene el nombre comercial de Silly Putty.

El caucho natural es un polímero de un dieno, el isopreno (2–metil–1,3–butadieno) y se presenta en forma de cadenas de polímeros enrollados y enredados en una estructura de red. Estas cadenas de macromoléculas se “acomodan” en forma aleatoria y desordenada como los tallarines en un plato (polímeros amorfos). Es una estructura flexible, de forma tal que cuando se tensiona al material (se infla un globo o se estira una banda de caucho) la cadena de polímeros que está orientada en forma aleatoria experimenta la rotación de sus enlaces y se alarga y extiende en la dirección de la tensión. Como las cadenas entrecruzadas no pueden deslizarse irreversiblemente una sobre las otras, el material vuelve a su estado original cuando desaparece la tensión.

Existe una importante variedad de cauchos sintéticos basados en la polimerización del 1,3-butadieno (H2C=CHCH=CH2), o de homólogos (isopreno ~ 2–metil–1,3–butadieno) o de derivados (cloropreno ~ 2–cloro–1,3–butadieno). El más importante es el caucho sintético SBR, un copolímero del butadieno (75%) y estireno (25%) utilizado en la fabricación de neumáticos, adhesivos, calzados, recubrimientos de pisos y otros bienes de consumo. El caucho BR se obtiene a partir de la polimerización del butadieno y el Neopreno, utilizado en los trajes de buceo, a partir de la polimerización del cloropreno. También disponemos del caucho etileno/propileno, los poliuretanos AU y EU y los poliacrílicos ACM, entre otros cauchos sintéticos.

Se habían obtenido sintéticamente polímeros del isopreno con la misma cadena no saturada (menor cantidad de hidrógenos debido a los dobles enlaces) y el mismo sustituyente (el grupo metilo CH3). Sin embargo, su estereoquímica, la orientación espacial de los átomos en las moléculas, era diferente: mientras que el caucho natural tenía una configuración cis en casi todos sus dobles enlaces, el material de síntesis era una mezcla de cis y trans. Es necesario tener en cuenta que los compuestos cuyos átomos están conectados en el mismo orden pero que difieren en su orientación tridimensional se denominan estereoisómeros y para diferenciarlos se utilizan los prefijos cis (proviene del latín y significa “del mismo lado”) y trans (también del latín y significa “a través”).


Recién en 1955 con la incorporación del catalizador de Ziegler-Natta se pudo lograr la polimerización estéreoselectiva del isopreno y obtener un producto sintético virtualmente idéntico al caucho natural. Recordemos que los catalizadores son sustancias que intervienen en una reacción química sin ser reactivos ni productos, y cuya finalidad es habitualmente la de acelerar la velocidad de la reacción.

sábado, 24 de noviembre de 2007

CIENCIA, MENTIRAS y PREMIOS



Hasta no hace mucho tiempo atrás, los disertantes en las cenas de despedida de reuniones y congresos científicos usualmente elogiaban la pureza ética de la investigación científica. Aseguraban que el mundo sería un mejor lugar para vivir si los políticos fueran tan objetivos, honestos y autocríticos como los integrantes de la comunidad científica. La enorme cantidad de casos de fraude, engaño y plagio que han salido a la luz en las últimas décadas muestran que en el mundo científico estas transgresiones son tan frecuentes como las que ocurren en los Parlamentos.

Dos divulgadores de temas científicos, William Broad y Nicholas Wade, describieron notablemente esta situación en el libro “Betrayers of the Truth”, Simon and Schuster, 1982) en el cual examinan un amplio número de casos bien documentados de fraude, plagio y engaño. Muestran que el fraude científico se remonta tan atrás como el siglo II antes de Cristo, cuando el astrónomo griego Hipparchus intentó pasar como suyo a un gráfico astral babilónico.

Varios científicos famosos integran la lista de sospechosos, o directamente acusados, de recurrir al robo, plagio o “selección de datos”: el astrónomo Ptolomeo robó gran parte de los datos que utilizó para validar sus observaciones, Isaac Newton falsificaba los números, el Premio Nobel de Física (1923) Robert Millikan “seleccionó” datos para validar las hipótesis que a la larga lo condujeron al premio. Galileo, Bernoulli, Dalton y Mendel integran también la lista de “Padres Fundadores de la Ciencia” sospechados de mala praxis.

Entre los fraudes más famosos de los últimos tiempos sobresale el de Jacques Benveniste quien publicó en la revista científica Nature un artículo que demostraba por primera vez la validez de la controvertida teoría homeopática. La polémica generada tras la publicación del artículo obligó a la revista a formar una comisión de expertos para intentar replicar el experimento. Se demostró el fraude y Benveniste quedó desacreditado para el mundo científico, pero no para los defensores de la homeopatía, para quienes se convirtió en el gurú de la medicina alternativa.

Broad y Wade demuestran en forma convincente que inventar datos y plagiar “papers” son prácticas continuas y ampliamente difundidas, y no una actitud ilegal de sólo unos pocos y atípicos integrantes de la comunidad científica. Consideran que los incentivos para estafar provienen de la necesidad de ascender en la carrera profesional, de trabajar en institutos científicos de alta competitividad y de la permanente “lucha” por premios, subsidios para investigar y, a veces, por patentes. La ciencia se ha revelado como una tarea “muy humana”, orientada hacia la búsqueda de puestos jerárquicos y plena de tentaciones en las cuales sucumbir.

Sin lugar a dudas, ha llegado el momento de establecer salvaguardas razonables contra las malversaciones, que lejos de ser aberraciones esporádicas son prácticas endémicas en la investigación moderna. La ciencia no es la interrogación idealizada de la naturaleza realizada por dedicados servidores de la “Verdad”. Es un proceso humano gobernado por las pasiones humanas de ambición, orgullo y codicia, como así también por todas las virtudes que se le atribuyen a los mejores científicos. El paso que va de la codicia al fraude es tan pequeño en la ciencia como en los otros caminos de la vida.

Evitar las malversaciones no es sencillo porque el “Protector Final de la Ciencia” no es la revisión por pares, o el referato, o la réplica de los experimentos; inclusive tampoco lo es el universalismo implícito en los tres mecanismos anteriores. Es el Tiempo. Al final, las malas teorías no funcionan y las ideas fraudulentas no explican el mundo tan bien como lo hacen las buenas ideas. El tiempo y la “bota invisible” que patea a la basura a toda la ciencia inútil son los verdaderos Protectores de la Ciencia. Pero estos mecanismos inexorables demoran años, a veces más de un milenio en actuar. El fraude puede florecer durante ese intervalo, particularmente si encuentra refugio bajo el manto de inmunidad que confiere el elitismo científico.

¡Ah!, casi me olvido: he plagiado prácticamente todos los párrafos de este artículo.



martes, 20 de noviembre de 2007

NADA NUEVO BAJO EL SOL



Los cálculos muestran que la energía entregada por la radiación solar que llega a nuestro planeta durante una hora equivale al consumo de toda la humanidad a lo largo de un año. El sol es una fuente de energía inagotable, no contaminante y teóricamente compartida por todos los seres humanos.

Cuando en Estados Unidos se realizó la siguiente encuesta: “Cuál considera Ud. que será la principal fuente de energía para producir electricidad dentro de 15 años?”, no sorprendió a los encuestadores que cerca del 30% de los entrevistados “pusieran sus fichas” en la energía solar.

En contrapartida, el Departamento de Energía del país del norte publicó la siguiente tabla mostrando la contribución de las diferentes fuentes energéticas en la generación de electricidad durante el año 2005 y su pronóstico para el 2030 (los números corresponden a miles de millones de kilowatt – hora).

Fuente -------------------->2005 / 2030

Solar ----------------------> 0.9 / 7
Eólica --------------------->15 / 52
Geotérmica -------------->15 / 23
Residuos Municipales-->23 / 28
Biomasa ----------------> 38 / 102
Hidroelectricidad ------>265 / 308
Petróleo ---------------->122 / 107
Gas Natural ------------>752 / 937
Nuclear ------------------>780 / 896
Carbón ----------------->2015 / 3330

Los 0.9 miles de millones de kilowatt – hora generados por la energía solar en el año 2005 representan menos del 0.1% del consumo total. Podrían incrementarse a 7 mil millones, pero sólo representarían un poco más del 0.1% del consumo en el año 2030.

En valores absolutos, el principal incremento corresponde a usinas alimentadas con carbón, lo cual va en consonancia con China y otros países, de forma tal que en el planeta se construye semanalmente más de una central eléctrica cuyos gases de chimenea son los principales responsables del efecto invernadero y el correspondiente calentamiento global.

Hay avances en el campo de la energía solar: las celdas fotovoltaicas que convierten directamente la energía solar en electricidad han reducido sus costos e incrementado levemente su eficiencia; las grandes centrales termosolares vuelven a ser competitivas con el barril de petróleo cercano a los 100 dólares; numerosos países subvencionan la compra de equipamiento solar; varios institutos de investigación y desarrollo buscan la manera de expandir el rango de la longitud de onda de la radiación solar que pueda ser eficientemente absorbida; también estudian como reducir las pérdidas en calor que sufren las celdas fotovoltaicas durante la conversión.

Pero no alcanza: mientras no se obtenga una manera realmente barata de capturar la energía, convertirla en electricidad en forma eficiente y, fundamentalmente, poder conservarla cuando el sol no brille sobre nuestras cabezas, la energía solar sólo será una promesa, incapaz de competir con los combustibles fósiles, los promisorios biocombustibles o la temida energía nuclear.

Lamentablemente, lo único nuevo bajo el sol es la cantidad creciente de gases de efecto invernadero que pronostican nuevos desastres naturales.


miércoles, 14 de noviembre de 2007

ORO SUCIO



El 6 de octubre de 1973, día de “Iom Kipur” (Día del Perdón para la comunidad judía), los ejércitos de Egipto y Siria, sin un comando unificado, atacan Israel. Es el inicio del cuarto conflicto entre árabes e israelíes que se mantiene hasta el 22 de octubre del mismo año, cuando el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas vota la resolución 338, propuesta por Estados Unidos y la Unión Soviética, de alto al fuego. La victoria militar es de los israelíes; varios líderes árabes (inducidos por las grandes empresas productoras de petróleo) deciden, en represalia, cuadruplicar el precio del petróleo produciendo un “shock” en las economías de los países desarrollados.

La economía mundial enfrentó una nueva gran crisis y los índices de crecimiento se redujeron a la mitad respecto de los que se registraban durante los primeros veinte años después de la Segunda Guerra Mundial. Se puso énfasis en el ahorro energético y en el desarrollo de fuentes alternativas de energía: licuefacción del carbón, energía solar, eólica, mareomotriz, conversión de residuos orgánicos, etc. Más de treinta años después, el petróleo continúa siendo el combustible más utilizado y cualquier aumento en el precio del barril provoca zozobras en los mercados internacionales y son muchos los que opinan que fue el motivo principal de la invasión que derrocó a Saddam Hussein.

Los países desarrollados tienen tres serios problemas técnicos a resolver: la eliminación no contaminante de los residuos, la obtención de recursos energéticos renovables y el “fantasma” del calentamiento global que se traduce en un número creciente de desastres naturales. Una nueva tecnología prometió combatir a los tres: el proceso de despolimerización térmica utiliza como materia prima prácticamente cualquier residuo agropecuario, industrial y/o urbano obteniendo valiosos productos finales, incluyendo algunos barriles de petróleo.

Paul Baskis, microbiólogo e inventor, comenzó a finales de la década del 80 a analizar los motivos por los cuales no era económicamente factible la conversión de residuos orgánicos en algún tipo de combustible apto para la generación de electricidad. Encontró que las tecnologías propuestas requerían una mayor cantidad de energía para eliminar el agua, presente en el residuo orgánico, que el contenido energético del producto final. A mediados de la década del 90 consideró que el problema estaba resuelto y comenzó la búsqueda de “sponsors” para transformar sus ideas en proyectos concretos.

Liderados por Brian Appel, un conjunto de científicos, inversores y ex– funcionarios crearon Changing World Technologies, una empresa cuyo objetivo fue ensayar, primero en laboratorio y luego en una planta piloto, las ideas de Baskis. Tras confirmar la factibilidad del proyecto, decidieron construir la primera planta a escala comercial para convertir los residuos de una industria procesadora de pavos en fertilizantes (a base de calcio y magnesio, obtenidos principalmente de los huesos del animal), gas combustible, petróleo liviano, petróleo pesado, agua y carbón en polvo. La materia prima consiste, únicamente, en todo aquello que la fábrica no puede procesar y que debía ser enterrado en condiciones muy rigurosas, sin la posibilidad de usarlo como alimento de otros animales debido al riesgo de que los mismos contraigan el mal de la “vaca loca”.

El optimismo reinaba en el planeta de la World Changing Technologies: durante los primeros ensayos ingresaron un amplio conjunto de residuos contaminantes del medio ambiente —incluyendo desechos de la industria frigorífica, neumáticos, botellas de plástico, efluentes de la industria papelera, residuos de las refinerías de petróleo, basura recolectada por los municipios, residuos orgánicos de los hospitales y sanatorios y varios sólidos orgánicos (incluyendo excrementos humanos)— y al final del proceso se obtenía petróleo de alta calidad, gas combustible limpio y minerales purificados. Appel se entusiasmaba y exclamaba: “este proceso cambia completamente la ecuación industrial; los residuos pasan de ser un costo y se transforman en una ganancia adicional”. Las revistas Fortune y Discover publicaron amplias notas saludando el advenimiento del nuevo recurso energético.

El proceso de despolimerización térmica consta de dos etapas. Primero se muele la materia prima y se la “super-hidrata” para conducirla a un tanque donde se la “cocina” durante 15 minutos a 260 ºC y 40 atmósferas de presión. En este tanque se produce una despolimerización parcial (ruptura de cadenas carbonadas largas en moléculas de menor longitud). La segunda etapa consiste en una rápida despresurización que contribuye a eliminar el 90% del agua contenida en la sopa orgánica y permite además la precipitación de los minerales que serán vendidos como fertilizantes. El remanente es conducido a un segundo reactor donde se lo somete a temperaturas cercanas a los 500 ºC para continuar la ruptura de las cadenas moleculares largas.

Por último se pasa a una serie de columnas de destilación donde, según procedimientos ampliamente utilizados en la industria química, se obtienen gases combustibles, petróleo liviano, petróleo pesado, agua y carbón en polvo. Las condiciones del proceso varían según las diferentes materias primas; así también lo hacen los diferentes productos finales: se han obtenido ácidos grasos, ácido clorhídrico y diferentes proporciones en la relación entre los minerales y los combustibles. Como el proceso trabaja a nivel molecular, se destruyen los agentes patógenos y el agua puede reciclarse hacia las napas freáticas sin que se corra el riesgo de contaminarlas.

El gobierno de los Estados Unidos, consciente de su dependencia del petróleo del Medio Oriente, comenzó a colaborar activamente en el desarrollo de la tecnología. Los inversores de la World Changing Technologies pronosticaron que la instalación de cientos de plantas de despolimerización térmica a lo largo y ancho del país daría como resultado no sólo la eliminación de los residuos tóxicos que contaminan el medio ambiente, sino que en el largo plazo permitirían reemplazar los 4.000 millones de barriles de petróleo que los Estados Unidos importan anualmente para sostener su “american way of life”. El costo estimado del barril, obtenido a partir de la nueva tecnología, oscilaría entre los 10 y 15 dólares.

Se sabe que el gas y el petróleo se originaron a partir de plantas y animales muertos depositados en lechos oceánicos y sometidos a condiciones de alta presión y temperatura. Los científicos involucrados en la nueva tecnología consideraban que el fundamento del proceso de despolimerización térmica es el mismo, con la “sutil” diferencia de que a la Tierra le demoró millones de años producir lo que en la planta piloto se conseguía en un par de horas. Pronosticaron que el planeta sería más limpio, el petróleo dejaría de ser utilizado como herramienta de chantaje político y millones de seres humanos podrían incrementar sus recursos energéticos para satisfacer sus necesidades básicas.

Todo parecía “ir sobre rieles” hasta que aparecieron severas objeciones técnicas. El Dr. Paul Palmer, químico egresado de la Universidad de Yale y fundador de la empresa Zero Waste Systems –especializada en reciclar productos químicos- criticó con extrema severidad a los editores de la revista Discover por no cuestionar ciertas premisas básicas:

1.- Se toma una montaña de tripas de pavo, compuesta de proteínas, agua, grasa, sacáridos, huesos y demás y se la vaporiza y despresuriza; el 90% de la masa involucrada atraviesa el proceso con mínimas modificaciones y cualquier ruptura química sólo generará un mínimo de sustancias combustibles.

2.- El valor energético de los productos finales será menor a la energía requerida para obtenerlos.

3.- Ningún especialista serio en el tema petróleo considera que él mismo se origina mediante un proceso de despolimerización térmica, menos aún que un proceso tan complejo pueda reproducirse tan rápidamente en una planta piloto.

Las objeciones continúan y la prueba más evidente del fracaso es que a la fecha sólo hay una planta funcionando (a partir de desechos de pavos, en el estado de Missouri) con una producción de 15 mil barriles de combustible al mes.

Sería una anécdota más en la historia de la tecnología, excepto que en la misma subyace algo más profundo: la mayoría de los seres humanos cree que una sociedad tecnológicamente tan compleja puede continuar “destripando” al planeta de sus recursos naturales, porque luego “algo” usará los residuos para regenerar las condiciones que permitan la vida normal de las futuras generaciones. El planeta Tierra sería como esas lámparas, en cuyo interior moraba un genio y simplemente frotándolas podemos disfrutar de una vida placentera sin tener que dar nada a cambio.

martes, 6 de noviembre de 2007

NATURALES Y SINTÉTICOS


HISTORIA DE LA PELOTA DE FÚTBOL, 3ºParte


El caucho es un polímero natural. La definición más sencilla establece que un polímero es una sustancia compuesta por muchas partes o unidades; lo indica su nombre de origen griego: poly significa muchos y meros significa partes. Se puede visualizar a un polímero como una gran cadena, donde cada eslabón de la cadena es el “mero” o unidad básica que está constituida principalmente por carbono, hidrógeno, oxígeno y/o silicio. Un gran número de eslabones o meros se “enganchan” durante las reacciones de polimerización para formar la cadena. Los polímeros se pueden elaborar a partir de unidades de repetición idénticas (monómeros) para dar homopolímeros o a partir de dos o más monómeros para formar copolímeros.

La vida en nuestro planeta se sustenta en tres tipos de polímeros: ADN, ARN y proteínas. Los ácidos nucleicos –ácido desoxirribonucleico (ADN) y ácido ribonucleico (ARN)– son los mensajeros químicos de la información genética de una célula y están formados por unidades de nucleótidos; los aminoácidos son las unidades básicas que conforman a las proteínas. En el Antiguo Testamento ya hay referencias a materiales utilizados como adhesivos, recubrimientos, embudos y similares que indudablemente eran polímeros naturales. También los encontramos en los cuernos de los animales, en el caparazón de las tortugas, en las resinas exudadas de ciertos pinos y en el asfalto y alquitrán obtenidos tras la destilación de materiales orgánicos. La primer actividad humana que modificó a un polímero natural fue el curtido de cueros, donde se reticula a las proteínas que se encuentran en las pieles de los animales.

Algunos polímeros naturales comenzaron a ser modificados químicamente en la segunda mitad del siglo XIX. La celulosa, un polímero natural que se encuentra en la madera, el algodón, los pastos y las hojas, se hizo reaccionar con ácido nítrico para obtener nitrato de celulosa. Posteriormente, en 1870, el inventor norteamericano J. W. Hyatt comenzó a comercializar celuloide, nitrato de celulosa con alcanfor, al cual se le podía dar diversas formas y durezas mediante la apropiada aplicación de calor y presión El celuloide, diseñado originalmente para reemplazar al marfil en las bolas de billar y evitar así las matanzas de elefantes, terminó siendo una película fotográfica flexible que impulsó a la industria del cine; años más tarde cuando Hollywood estableció el star system, aparecieron las “divas del celuloide”. El nitrato de celulosa tiene el inconveniente de ser explosivo (según el grado de nitración) y así fue que varias bolas de billar estallaron cuando se las impactó con el taco y numerosos cines se incendiaron cuando el calor del proyector producía la ignición de la película. Este problema fue parcialmente solucionado cuando se reemplazó al ácido nítrico por ácido acético y se obtuvo acetato de celulosa. Chardonnet desarrolló en 1887 una técnica para transformar hebras de nitrato de celulosa en la primer fibra textil artificial; el público comenzó a denominarla “seda de la suegra” porque eran altamente inflamables debido a su contenido en nitrógeno y debían ser tratadas con soluciones de azufre para evitarle a sus usuarios los riesgos de una grave quemadura.

El primer polímero absolutamente sintético fue desarrollado por Leo Baekeland en 1909 bajo el nombre de bakelita. Era una resina formada por la combinación de fenol con formaldehído bajo condiciones apropiadas de temperatura y presión. Dos años después aparece en el mercado una fibra sintética –rayón–, y se transforma en un sustituto exitoso de la seda en la industria textil.

Durante los años siguientes se crearon nuevos polímeros, pero la tecnología para su producción masiva no fue competitiva hasta que llegó la Segunda Guerra Mundial. Tres meses después del ataque a Pearl Harbor, los japoneses conquistan Malasia, Ceilán y otras colonias inglesas donde se producía caucho y toman el control del 95% de la producción mundial del insumo. Suenan las alarmas en el ejército norteamericano: cada tanque Sherman contiene media tonelada de caucho; cada barco de guerra tiene aproximadamente 20.000 partes con caucho; cada cable conductor de la electricidad está recubierto con caucho. La evaluación de las reservas muestra que, bajo condiciones de consumo normales, hay caucho para un año. Se establecen severas restricciones al consumo incluyendo la reducción de la velocidad máxima en la rutas a 35 millas por hora (aproximadamente 50 km por hora) para disminuir el desgaste de los neumáticos. Comienza la campaña de reciclado más grande de la humanidad y cada pedazo de caucho de uso no imprescindible va a parar a los depósitos del ejército. Para impulsar la campaña, el presidente Roosevelt ordenar fundir los juguetes de caucho de su perro mascota. No obstante es una solución sólo para el corto plazo porque no hay producción intensiva de caucho sintético. La industria química responde aceleradamente y en menos de dos años se están manufacturando 800.000 toneladas de nuevos productos químicos. Había nacido la industria del plástico.

jueves, 1 de noviembre de 2007

EL SISTEMA OPERATIVO DE LA MADRE NATURALEZA


La humanidad, en los años previos a la Revolución Industrial, existía en un número relativamente pequeño y con un nivel tecnológico limitado. Cualquier perturbación ambiental causada por los seres humanos era local y generalmente absorbida por la misma naturaleza.

En los últimos dos siglos se han producido cuatro hechos que han originado problemas ambientales que están superando la capacidad de la naturaleza para absorberlos:

1.- Un crecimiento extraordinario de la población que ha generado enormes presiones sobre los recursos ambientales. La población humana se ha duplicado desde 1960 a la fecha y actualmente viven más de 6.400 millones de personas.
2.- Este crecimiento, en particular en los países desarrollados, ha estado acompañado de procesos industriales que con sus residuos alteran el medio ambiente.
3.- El crecimiento poblacional y la industrialización han dado origen a la urbanización, el movimiento de personas que emigran de pequeños asentamientos a ciudades y pueblos. La mitad de la población humana vive en ciudades y cada día migran 160.000 personas desde el campo a la ciudad, lo cual contribuye a intensificar los problemas ambientales en función de la densidad de personas e industrias.
4.- El crecimiento explosivo del uso de la energía. La humanidad, en su conjunto, utiliza hoy aproximadamente 20 veces más energía que en el año 1850; este aumento resulta del producto entre la quintuplicación de la población y la cuadruplicación del uso promedio de energía per cápita.

El éxito económico y los elevados niveles de vida en los centros urbanos de las naciones desarrolladas se lograron a través de un elevado consumo de recursos naturales tales como agua, madera, depósitos minerales, suministro de energía y suelos. En la década de 1960, las expectativas sin límites que siguieron a la guerra mundial causaron alarma en relación a la explosión demográfica, el deterioro del medio ambiente y el agotamiento rápido de los recursos naturales no renovables. La humanidad, que había adquirido poderes para dominar y explotar la Tierra, no se mostraba capaz de controlar el tamaño de su propia población, ni de administrar los recursos limitados del planeta de manera sensata y sostenible.

Numerosos científicos, economistas e intelectuales presentaron panoramas desoladores, aunque verosímiles, de desastres ambientales basados en la proyección de las tendencias dominantes en el crecimiento de la población, en el consumo y en la contaminación. Los remedios propuestos destacaban la necesidad de controlar la población, limitar el crecimiento económico y depender más de recursos renovables para la obtención de energía y materias primas.

Estas ideas se presentaron en libros comprensibles para amplios segmentos de la sociedad y tuvieron efectos notables en las actitudes sociales y en la acción legislativa. El más destacado por su impacto en la población general fue Primavera Silenciosa (Silent Spring, 1962) de Rachel Carson. Los cambios en las actitudes sociales llevaron a distintas formas de legislación para combatir la contaminación, al auge del conservacionismo y al activismo ambiental de los consumidores de los países desarrollados.

En los últimos años la atención se ha concentrado en un fenómeno relacionado con el aumento en el consumo de energía: el calentamiento global debido al efecto invernadero. Este efecto ha acompañado la evolución de nuestro planeta desde sus primeros días: parte de la radiación solar que alcanza la superficie de la Tierra no retorna al espacio debido al dióxido de carbono y al metano presentes en la atmósfera. Lo anterior se tradujo en un calentamiento paulatino del planeta, lo que permitió el surgimiento de la vida tal como la conocemos.

Para verificar si las actividades humanas estaban interfiriendo en este “delicado equilibrio planetario”, las Naciones Unidas convocaron a numerosos científicos del clima para constituir el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático. Es muy revelador analizar como las conclusiones del citado panel han ido modificándose a lo largo del tiempo:

* En su primer reporte de 1990, el panel encontró evidencias relacionadas con el calentamiento global pero consideró que sus causas podrían ser tanto humanas como naturales.
* En el segundo reporte de 1995, el panel afirmó que “el balance de evidencias sugiere una influencia humana discernible en el clima global”.
* En el año 2001 se estableció que había una probabilidad entre el 66 y el 90% de que las actividades humanas fueran las responsables del calentamiento observado en los últimos 50 años.
* En su último y reciente informe (febrero de 2007), el panel declaró que las evidencias del calentamiento global eran “inequívocas” y que las actividades humanas eran responsables de ser la fuerza impulsora del citado proceso, ahora con una probabilidad entre el 90 y el 99%.

Este tipo de afirmaciones pueden resultar demasiado “light”, demasiado suaves, en los oídos de los activistas de los movimientos ecologistas o de algún ciudadano simplemente preocupado por los fenómenos climáticos que a diario se informan en los medios de comunicación masivos.

Sin embargo, los científicos reconocen sus limitaciones en lo que respecta a la posibilidad de realizar predicciones relacionadas con un proceso tan complejo como el cambio climático de un planeta. Reconocen que a menudo se equivocan, que las hipótesis se modifican y evolucionan, y que tal vez, “milagrosamente”, el proceso de calentamiento global desaparezca en el corto plazo. Cabe también la posibilidad de que se agrave con mayor rapidez. Sin lugar a dudas, este tipo de lenguaje probabilístico es el aconsejable ante un fenómeno que puede influir sobre toda la biosfera imperante en el planeta.

Continuando con el lenguaje probabilístico, podemos afirmar que lo más probable es que hemos introducido un exceso de actividades económicas humanas, con su correspondientes emisiones de dióxido de carbono, en el Sistema Operativo de la Madre Naturaleza (Thomas Friedman dixit) tal que ya no podemos determinar cuando ella paró y nosotros empezamos. ¿En qué momento, las altas temperaturas, las sequías, las tormentas intensas y demás fenómenos meteorológicos dejaron de ser autoría de la Naturaleza para comenzar a ser objeto de nuestras actividades económicas?.

Nunca lo sabremos y seguiremos estando expuestos a tales fenómenos climáticos por un largo tiempo aunque mañana mismo decidamos comenzar a cuidar seriamente al planeta. Lamentablemente, tendremos muchas pérdidas en vidas humanas y en elementos materiales porque la infraestructura que hemos diseñado no está preparada para este cambio climático.

Tenemos por delante dos tareas “titánicas”: (i) reducir significativamente nuestro elevado consumo de combustibles fósiles o reemplazarlos por energías renovables y (ii) modificar toda aquella infraestructura que no fue diseñada para tolerar la intensidad de los fenómenos climáticos actuales.

¡Ah!, también escuchar todos los días el pronóstico del tiempo.

La foto que ilustra el post es cortesía de:
http://www.flickr.com/photos/sorby/258577150