Un paper publicado en la edición online de la prestigiosa revista científica Nature tal vez esté indicando el comienzo del tratamiento personalizado contra el cáncer. El trabajo científico está firmado por 200 integrantes del International Cancer Genome Consortium (ICGC), una organización constituida por los más importantes investigadores científicos en el tema cáncer.
El objetivo del consorcio es catalogar los cambios genéticos que se observan en los 50 cánceres más habituales a partir de determinar 500 genomas para cada tipo de cáncer y publicar tales resultados en Internet.
El secuenciamiento del genoma es de vital importancia porque permite determinar las aberraciones moleculares exactas de cada tumor. Los científicos han establecido que el mismo tipo de cáncer puede tener diferentes aberraciones moleculares, mientras que idénticas aberraciones pueden ser compartidas por un cáncer de duodeno y un melanoma.
Actualmente, los médicos comienzan atacando un determinado tipo de cáncer con aquella droga con la que obtuvieron mejores resultados en pacientes anteriores. Si la misma falla, pasan a un segundo tipo de droga; si tampoco hay éxito siguen probando tratamientos pero suele suceder que para el tercer o cuarto tratamiento, la condición del paciente esté muy deteriorada. Los tratamientos fallan porque las aberraciones moleculares son diferentes entre los pacientes aunque el tipo de cáncer sea el mismo.
Si se dispone de una técnica de secuenciamiento del genoma relativamente rápida y económica y si los resultados de los tratamientos se difunden rápidamente, los oncólogos de todo el mundo podrían disponer de un tratamiento personalizado para cada paciente afectado.
Respecto a la rapidez para determinar el genoma, el primer Proyecto Genoma Humano demoró 15 años para la determinación de una docena de personas y costó 1500 millones de dólares. Hoy se realiza en una semana y si bien no hay un costo estandarizado, el mismo está en los miles de dólares.
Respecto a la difusión, el consorcio permitirá el acceso a sus bases de datos vía Internet, con una serie de regulaciones respecto a quienes pueden acceder y que pueden ver. Así, el público en general podrá acceder a resúmenes generales mientras que ciertos miembros de la comunidad científica podrán acceder a reportes detallados.
Distintos países se concentrarán en diferentes tipos de cáncer: grupos de Australia y Canadá mostrarán los resultados obtenidos en cáncer de páncreas, el Reino Unido en cáncer de pecho, investigadores chinos se concentrarán en tumores gástricos y los japoneses en tumores en hígado. De esta forma, en vez de demorar 50 años para ensayar con un tumor por año, en relativamente poco tiempo se tendrán resultados para los 50 tumores más habituales.
En paralelo, un grupo australiano está usando ratones a los que se incorporó porciones de tumores pancreático humano y a los cuales se le secuenciará el genoma para determinar las aberraciones y los resultados a distintos tratamientos.
Los científicos se muestran muy optimistas y pronostican para el corto plazo que la secuenciación del genoma será una práctica rutinaria en el tratamiento. Una vez que se tenga suficiente información de cómo responde un determinado tipo de aberración a una determinada droga, las posibilidades de encontrar el primer mejor tratamiento crecen exponencialmente.
Y lo anterior se traduce en, nada más y nada menos, la vida del paciente.
El objetivo del consorcio es catalogar los cambios genéticos que se observan en los 50 cánceres más habituales a partir de determinar 500 genomas para cada tipo de cáncer y publicar tales resultados en Internet.
El secuenciamiento del genoma es de vital importancia porque permite determinar las aberraciones moleculares exactas de cada tumor. Los científicos han establecido que el mismo tipo de cáncer puede tener diferentes aberraciones moleculares, mientras que idénticas aberraciones pueden ser compartidas por un cáncer de duodeno y un melanoma.
Actualmente, los médicos comienzan atacando un determinado tipo de cáncer con aquella droga con la que obtuvieron mejores resultados en pacientes anteriores. Si la misma falla, pasan a un segundo tipo de droga; si tampoco hay éxito siguen probando tratamientos pero suele suceder que para el tercer o cuarto tratamiento, la condición del paciente esté muy deteriorada. Los tratamientos fallan porque las aberraciones moleculares son diferentes entre los pacientes aunque el tipo de cáncer sea el mismo.
Si se dispone de una técnica de secuenciamiento del genoma relativamente rápida y económica y si los resultados de los tratamientos se difunden rápidamente, los oncólogos de todo el mundo podrían disponer de un tratamiento personalizado para cada paciente afectado.
Respecto a la rapidez para determinar el genoma, el primer Proyecto Genoma Humano demoró 15 años para la determinación de una docena de personas y costó 1500 millones de dólares. Hoy se realiza en una semana y si bien no hay un costo estandarizado, el mismo está en los miles de dólares.
Respecto a la difusión, el consorcio permitirá el acceso a sus bases de datos vía Internet, con una serie de regulaciones respecto a quienes pueden acceder y que pueden ver. Así, el público en general podrá acceder a resúmenes generales mientras que ciertos miembros de la comunidad científica podrán acceder a reportes detallados.
Distintos países se concentrarán en diferentes tipos de cáncer: grupos de Australia y Canadá mostrarán los resultados obtenidos en cáncer de páncreas, el Reino Unido en cáncer de pecho, investigadores chinos se concentrarán en tumores gástricos y los japoneses en tumores en hígado. De esta forma, en vez de demorar 50 años para ensayar con un tumor por año, en relativamente poco tiempo se tendrán resultados para los 50 tumores más habituales.
En paralelo, un grupo australiano está usando ratones a los que se incorporó porciones de tumores pancreático humano y a los cuales se le secuenciará el genoma para determinar las aberraciones y los resultados a distintos tratamientos.
Los científicos se muestran muy optimistas y pronostican para el corto plazo que la secuenciación del genoma será una práctica rutinaria en el tratamiento. Una vez que se tenga suficiente información de cómo responde un determinado tipo de aberración a una determinada droga, las posibilidades de encontrar el primer mejor tratamiento crecen exponencialmente.
Y lo anterior se traduce en, nada más y nada menos, la vida del paciente.
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