jueves, 25 de marzo de 2010

POZOS RIGUROSAMENTE VIGILADOS


Invertir dinero en energías renovables ha demostrado ser una tarea riesgosa. Cuando todo parecía indicar que la combinación Cambio Climático – Agotamiento de las Reservas hacía rentables las costosas inversiones en energías alternativas (solar, eólica, mareomotriz, geotérmica, etc.), los ingenieros en petróleo vuelven a patear el tablero.

Resulta que han “aggiornado” una técnica, utilizada desde el año 1947, para acceder a enormes volúmenes de gas natural que a la fecha eran inaccesibles mediante las técnicas de producción gasíferas tradicionales.

La técnica se denomina “fracking” o fracturación hidráulica y consiste en la inyección a alta presión de miles de litros de agua mezclada con productos químicos y arenas, con la intención de crear una fractura al nivel de la napa gasífera, para que el fluido suba relativamente fácil hacia la superficie.

La técnica de fracturación hidráulica se viene utilizando desde hace más de 50 años debido a que tanto el petróleo como el gas tienen dificultades para fluir debido a la baja permeabilidad de la estructura que los contiene o debido a las obturaciones que se forman durante la perforación y la posterior extracción. Para aumentar la permeabilidad o reducir las obstrucciones, se inyectan enormes volúmenes de agua mezclada con productos químicos peligrosos para el ser humano, tales como benceno, tolueno, combustible diesel, aromáticos, etilen glicol, ácido clorhídrico e hidróxido de sodio. También se agregan cuencas de cerámica o areniscas, de forma tal que cuando se deja de presionar a la estructura y se cierra la fractura, la capas de cerámicos o arenas remanentes son más permeables que la formación original.

Desde el año 1947, miles de pozos petrolíferos y/o gasíferos han sido sometidos a procesos de fracturación hidráulica. Si bien, gran parte del fluido inyectado permanece en las profundidades, entre un 20 al 40% del mismo retorna a la superficie donde es sometido a un tratamiento para su depuración. A la fecha, diferentes artículos técnicos probaron que el tratamiento de fracturación es un método ambientalmente seguro, eficiente y relativamente económico para la estimulación de pozos petrolíferos y gasíferos. Como las napas productivas están a profundidades superiores a los 1000 metros mientras que los acuíferos están por encima de los 50 metros de profundidad, se considera imposible que se contaminen las napas de agua con los líquidos que se inyectan durante el tratamiento.

Sin embargo, ahora hay una controversia y la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA) está por comenzar un profundo estudio sobre la posibilidad de que la técnica esté contaminando los napas acuíferas. ¿Por qué ahora?. Resulta que el fracking adaptado a yacimientos gasíferos anteriormente inaccesibles ha cambiado todo la ecuación energética en el mundo desarrollado: los europeos consideran que las reservas de gas “no convencional” quintuplican las reservas probadas de gas del continente y les permitiría independizarse del gas ruso con las implicancias geopolíticas que tal suceso trae aparejado. Por su parte los norteamericanos planean resolver el problema de la importación de combustibles para sus vehículos mediante la conversión de los mismos a ser propulsados mediante gas. Ambas situaciones sólo pueden darse si decenas de miles de pozos son sometidos a tratamientos de fractura hidráulica y es por ello que numerosas organizaciones ambientalistas piden el estudio de la EPA.

El mercado energético norteamericano muestra un ambiente de efervescencia, inédito desde hace muchos años. Inclusive, el magnate petrolífero T. Boone Pickens que estaba predispuesto a realizar enormes inversiones en energías renovables (ver post “El lejano y ventoso oeste” publicado en abril del 2008) está cambiando el destino de los fondos y volcándolos al gas. En otro post (“el sol se acerca” de junio del 2008) se pronosticaba una aceleración en la instalación de dispositivos solares fotovoltaicos.

Salvo que la EPA diga lo contrario, seguiremos más tiempo con los combustibles fósiles. La única buena noticia es que el gas natural es mucho más amigable con el medio ambiente cuando se lo compara con el petróleo o con el carbón.

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