viernes, 4 de abril de 2008

PROFUNDIDADES BORRASCOSAS


Entre los expertos en energías renovables no hay dudas respecto a que el sol será el principal proveedor de energía para el año 2050. Mientras tanto hay un conjunto de países que apuestan a la energía eólica como principal proveedora de electricidad; se trata de los países del norte de Europa donde se combinan vientos intensos con una relativa baja radiación solar.

A finales del año 2006, la potencia instalada en turbinas eólicas se aproximaba a los 75 gigawatios (1 giga equivale a mil millones). Esta cifra representa solamente el 1% de la energía eléctrica generada en el planeta. Entre los países europeos sobresale Dinamarca donde se genera en forma eólica el 20% de la electricidad consumida en ese país; le siguen Alemania con el 10% y España con aproximadamente el 7% de la generación.

Tal como ha sido comentado en un post anterior, la energía eólica es renovable, mucho más “limpia” que la proveniente de los combustibles fósiles y menos costosa que otras alternativas renovables. Sus principales inconvenientes radican en la impredecible variabilidad en la intensidad de los vientos y en la cantidad limitada de turbinas que pueden instalarse debido a problemas ambientales y disponibilidad de terrenos. Aún Gran Bretaña con sus “cumbres borrascosas” sólo se provee mediante esta tecnología del 1% de sus necesidades eléctricas.

El problema de la disponibilidad de terrenos se está solucionando mediante las granjas eólicas offshore. El término offshore se refiere a que las turbinas se encuentran instaladas sobre el mar a una cierta distancia de las costas, trasladándose la energía generada mediante un conjunto de cables transmisores hacia las redes eléctricas.

Nuevamente Dinamarca lidera en esta nueva tecnología: la granja eólica offshore Nysted está conformada por 8 filas de 9 turbinas por fila. Cada turbina tiene 70 metros de altura y 41 metros de largo de rotor y genera 2.3 megawatios. En conjunto suman 165.5 megawatios con una producción anual de 600 gigawatios, cantidad suficiente para proveer de energía eléctrica a 145 mil hogares dinamarqueses.

Otra granja offshore tiene sus turbinas instaladas a una distancia que varía entre 14 y 20 kilómetros de la costa de Jutlandia. Las 80 turbinas producen 160 megawatios para atender las necesidades energéticas de aproximadamente 150 mil hogares con alto nivel de consumo.

Los países del norte de Europa están invirtiendo en forma creciente en las plantas offshore aunque se enfrentan a un conjunto de dificultades: la escasez de barcos adaptados a la instalación de las turbinas offshore, la ausencia de estudios sobre la intensidad de los vientos en zonas cercanas a las costas y la baja disponibilidad de materiales y fábricas para construir las inmensas turbinas.

El inconveniente debido a lo impredecible de la intensidad del viento sólo podrá solucionarse cuando, al igual que con otras energías renovables, se encuentre la manera de almacenar económicamente la energía generada.

La mayoría de las investigaciones se concentran en nuevas baterías, aunque un investigador científico británico, el Dr. Seamos Gravey, considera haber encontrado una solución ingeniosa: almacenar energía en forma de aire comprimido a 600 metros de profundidad.

La idea es la siguiente: utilizar la energía eólica (también sugiere utilizar la energía de las mareas) para comprimir aire y empujarlo hasta un cono de plástico situado a 600 metros de profundidad. A esa profundidad se pueden usar contenedores de plástico reforzado para almacenar económicamente aire comprimido a enorme presión. Cuando el viento no sople o no haya suficiente radiación solar, la energía almacenada en los enormes contenedores (conos de 50 metros de largo en la parte superior y de 80 metros en la base) se usará para mover turbinas y generar la electricidad que reemplazará la ausencia de viento o la falta de radiación solar.

La tecnología se encuentra en la primera etapa de su desarrollo; el Dr. Gravey pronostica que, de ser factible, numerosos países del norte de Europa se dedicarán a la construcción de granjas eólicas offshore ubicadas a mayor distancia de las costas, donde las profundidades superen los 600 metros. Tal esfuerzo económico – ingenieril podría traducirse en la generación del 20% de la energía eléctrica requerida por los países de mayor consumo.

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