jueves, 17 de abril de 2008

UN ASESINO REDIMIDO



Siempre he disfrutado las novelas de Agatha Christie. Pese a su aparente sencillez, están muy bien escritas y logran el objetivo de entretener y mantener la tensión y el suspenso hasta las últimas páginas. Sus personajes arquetípicos, Hércules Poirot y Miss Marple, han sido el objeto del deseo de numerosos actores de cine y teatro. Mi preferido: Peter Ustinov en el papel del “presuntuoso detective belga” en las películas de los años 70.

Los asesinos de sus novelas no son killers ni profesionales del delito, sino gente “común” arrastrada hacia el asesinato por las circunstancias del momento o por sucesos del pasado. Muchos de ellos envenenaban a sus víctimas utilizando arsénico.

El arsénico es un elemento químico cuyo símbolo es As, su número atómico es 33 y se encuentra en el grupo 15 de la Tabla Periódica de los Elementos. Pertenece a los metaloides ya que muestra propiedades intermedias entre los metales y los no metales. Tiene diversas aplicaciones, particularmente en la fabricación del vidrio, en insecticidas, en el desarrollo de dispositivos láser y de semiconductores y también como materia prima para la fabricación de pinturas y fuegos artificiales.

El arsénico en su forma pura no es abundante en la naturaleza, como así tampoco es tóxico en ese estado. Se oxida fácilmente para dar trióxido de diarsénico (As2 O3), el cual es extremadamente tóxico y ha sido utilizado como veneno a lo largo de la historia. Fue ampliamente utilizado por los Borgia, la familia de envenenadores más mediática de la historia. Algunos historiadores afirman que Napoleón fue intoxicado con trióxido de diarsénico durante su segundo (y final) confinamiento en la Isla de Santa Elena.

Su ingesta o inhalación ha sido asociada con un alto riesgo de contraer cáncer, diabetes, serias complicaciones digestivas y con el adelgazamiento de la piel.

Tal vez ha llegado el momento de su reivindicación: científicos ingleses y franceses (de la Universidad Dundee y de la Universidad de París, respectivamente) han comenzado a utilizarlo en forma satisfactoria contra el cáncer. Encontraron que el arsénico actúa como un pegamento adhiriéndose a un tipo de moléculas involucradas en el desarrollo de la leucemia. Esta molécula, denominada Sumo, es entonces atacada por una enzima denominada RNF4, un proceso que termina con la destrucción de aquellas proteínas que originan el cáncer. De esta forma, al conocer las moléculas específicas que están involucradas en tales procesos, se podrán fabricar drogas anticancerígenas con menores efectos colaterales perjudiciales.

Los científicos involucrados en los estudios tratan afanosamente de resolver la siguiente paradoja: ¿Cómo es posible que una sustancia que produce cáncer también puede ayudar a combatirlo?. Cuando obtengan las respuestas apropiadas, el ser humano habrá ganado otra pequeña-gran batalla contra su principal enemigo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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