viernes, 11 de abril de 2008

NUBARRONES EN EL HORIZONTE


Los integrantes de las organizaciones ambientalistas “no ganan para sustos”. Por un lado, una serie de informes emitidos por prestigiosos institutos científicos indican que el daño al medio ambiente es superior al calculado previamente. En sus conclusiones, sugieren que se adopten, a la brevedad posible, medidas conservacionistas más intensas antes que el daño sea irreparable.

Otro motivo de preocupación fue la reciente conferencia relacionada con las tecnologías de transformación del carbón en combustibles líquidos, llevada a cabo en París los días 2 y 3 de abril del corriente año.

En la misma se afirmó que, con el barril de petróleo alrededor de los 100 dólares, es inevitable que aquellos países que disponen de abundantes reservas de carbón lo utilicen para la generación de combustibles líquidos (nafta o gasolina, diesel, nafta de aviación, etc.).

China, Estados Unidos, Sud África, Australia, India, Filipinas e Indonesia son algunos de los países que tienen, en distintos estados de desarrollo, plantas de transformación del carbón en combustibles reemplazantes del petróleo.

China es un caso muy particular: no está obligado por el Protocolo de Kyoto a disminuir sus emisiones de carbono porque no figura en la lista de países desarrollados. Sin embargo, se está instalando cada semana en territorio chino una planta generadora de electricidad a base de carbón. Sólo en el último año, China aumentó su capacidad de generación de electricidad mediante el carbón en una cantidad equivalente a toda la producción de electricidad de un país altamente desarrollado como Gran Bretaña. En la citada conferencia, el gobierno chino exhibió sus planes para producir miles de toneladas de combustibles líquidos a partir del carbón para el año 2020.

La tecnología para tal conversión está basada en el Proceso Fisher – Tropsch(F-T). Franz Fisher y Hans Tropsch, científicos del Instituto Kaiser Wilhelm de Investigación del Carbón en Alemania, desarrollaron en el año 1923 el proceso de transformación del carbón en gasolina (nafta), gasoil, aceites lubricantes y ceras. La búsqueda de una tecnología de estas características estuvo motivada por las severas sanciones económicas que los triunfadores de la Primera Guerra Mundial impusieron a Alemania, su principal derrotado. El proceso F-T genera un combustible muy limpio, prácticamente libre de azufre y con un alto valor energético.

El proceso tiene dos importantes restricciones: sus costos son superiores comparados con la refinación del petróleo y la contaminación medioambiental es muy intensa debido a la necesidad de gasificar la materia prima (carbón) y a la posterior combustión del gas de síntesis no transformado.

Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la Alemania nazi empezó a tener dificultades para aprovisionarse de petróleo, se construyeron varias plantas con tecnología F-T, las cuales unidas a otras plantas basadas en la licuefacción del carbón, le permitieron al 3º Reich alimentar sus tanques y aviones para continuar una guerra que estaba irremediablemente perdida.

Al finalizar la guerra, soviéticos y norteamericanos se “abalanzaron” sobre los científicos e ingenieros que trabajaban en esas fábricas. Inclusive se desmantelaron algunas de ellas para su traslado hacia la Unión Soviética, pero rápidamente se comprobó que la tecnología era muy costosa, excesivamente contaminante y no podía competir con el abundante y barato petróleo de las posguerra.

Sud África fue el único país que decidió continuar produciendo combustibles líquidos a partir del proceso F-T. El gobierno sudafricano no lo hizo por interés científico o tecnológico, sino que su política de “apartheid” (política de segregación a través de la cual la minoría blanca sojuzgaba a la mayoría de color) motivó que la mayoría de los países le impusiera un intenso bloqueo comercial que incluía a los combustibles líquidos. Sud África, país abundante en reservas de carbón, obtuvo a partir de 1955 un importante porcentaje de sus combustibles a partir de 3 plantas basadas en el proceso F-T.

En la conferencia llevada a cabo en París, se mostraron varios proyectos que utiliza la tecnología F-T y otras basadas en la licuefacción del carbón. La fuerza impulsora de los mismos es garantizar un flujo creciente de combustibles líquidos bajo la certeza de que el petróleo oscilará (en el mejor de los casos) alrededor de 100 dólares el barril.

Lo que se soslayó en la conferencia fue que se iba a hacer con las decenas de millones de toneladas de CO2 que se emitirán a la atmósfera si todos esos proyectos se transforman en plantas operativas.

Existen diversas ideas para capturar y secuestrar el CO2, pero por el momento sólo hay ensayos a escala de planta piloto respecto a la captura, compresión y disposición final del gas que se genera en los procesos de transformación. No existe, a la fecha, ninguna planta a escala industrial que demuestre la factibilidad técnico – económica de una usina generadora de electricidad basada en el carbón que tenga cero emisión de contaminantes a la atmósfera.

Si no suelen tener pesadillas durante el sueño, pueden visitar
www.peabodyenergy.com , página web de Peabody Energy, la empresa privada más importante en el negocio del carbón. En esa página verán un contador que muestra las toneladas de carbón vendidas desde comienzos de año. ¡Cada segundo se venden 8 toneladas de carbón!.

¿Cuántas toneladas se venderán cuando estén operativas las grandes fábricas de conversión de carbón en combustibles líquidos?.

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