viernes, 7 de septiembre de 2007

SOÑANDO CON LOS ANGELITOS


Entre los recuerdos más dolorosos de mi niñez, sobresalen mis (demasiado) frecuentes visitas al dentista. Sentado en la antesala del consultorio, intentaba concentrarme en la lectura de alguna revista pero el sonido del torno era un presagio del dolor que se avecinaba. En aquellos lejanos tiempos no estaba tan difundido el uso de la anestesia.

Los "médicos" de la antigüedad y hasta el final de la Edad Media intentaban inducir un estado de inconsciencia en algunos de sus pacientes mediante el uso de esponjas soporíferas. Se tomaba una esponja, a la cual se impregnaba con una mezcla de opio, beleño y mandrágora. Por su parte, los alquimistas árabes de los siglos XII y XIII empleaban una combinación de haschis, opio y otras hierbas aromáticas.

La mandrágora era una planta de uso frecuente en las "pócimas" soporíferas, aunque debía ser extraída con sumo cuidado. Una leyenda no urbana sentenciaba con una muerte dolorosa a quién extraía una mandrágora cuyas raíces tuvieran forma humana y "gritaran de dolor" al ser arrancadas del suelo. Por tal motivo, se usaban perros a los cuales se les ataba una soga al cuello mientras que el otro extremo se ataba a la planta; la ausencia de una Sociedad Protectora de Animales permitió que esta costumbre se extendiera durante gran parte de la Edad Media.

En el año 1800 se le encomendó al químico inglés Humprhy Davy que investigará las probables aplicaciones medicinales de los nuevos gases que se estaban descubriendo o inventando. Sir H. Davy, creador de la electroquímica, descubridor de varios metales alcalinos e inventor de una lámpara de seguridad para mineros, sugiere que el óxido nitroso (gas hilarante o gas de la risa) puede tener aplicaciones analgésicas en cirugía. Fallece a los 51 años debido a un infarto de miocardio provocado, entre otros motivos, por haber inhalado tantos gases durante su actividad científica.

La acción se traslada al continente americano: Gardner Colton era uno de los numerosos científicos estadounidenses que recorrían el país realizando demostraciones públicas de sus descubrimientos. Durante una exhibición desarrollada en Connecticut sobre los efectos del óxido nitroso conoce al dentista Horace Wells; el odontólogo queda muy impresionado cuando un voluntario sometido a los efectos del gas hilarante, golpea su pierna contra un banco de piedra y no siente dolor alguno. Al día siguiente, Wells y Colton se encuentran en el consultorio del primero donde el científico le administra óxido nitroso al dentista. A continuación, el asistente de Wells le extrae la muela de juicio en forma indolora: se había inventado la analgesia dental.

Wells continua administrando óxido nitroso a sus pacientes hasta que una serie de fracasos lo lleva a la ruina y termina suicidándose en la cárcel, acusado de haber arrojado ácido sulfúrico a una prostituta.

El siguiente avance se verifica el 30 de septiembre de 1846 cuando el dentista William Morton administra éter sulfúrico a una paciente para extraerle la dolorosa muela de juicio. Al día siguiente, el principal diario de Boston informa a sus lectores sobre el “new and valuable discovery” (nuevo y valioso descubrimiento). La anestesia con éter se populariza en todo el mundo desarrollado de la época, pero tampoco Morton obtiene dividendos económicos por ser dentista y no tener un título en Medicina; muere en el año 1868, a los 49 años, pobre tras haber invertido todo su dinero en litigios legales referidos a su descubrimiento.

El siguiente personaje es James Young Simpson (1811–1870), obstetra de Edimburgo, Escocia. Sus padres, humildes panaderos, tienen que realizar un gran esfuerzo económico para enviarlo a los 14 años a la Universidad de Edimburgo. Se recibe de médico en 1832 y se especializa en obstetricia. Comienza a investigar la utilización de anestésicos durante el parto para aliviar el dolor de las parturientas. Introduce al éter en su práctica profesional, pero no queda totalmente satisfecho con los resultados obtenidos.

Simpson propone utilizar cloroformo durante el trabajo de parto, pero se encuentra con la férrea oposición de colegas y fundamentalmente de la Iglesia. La expresión “parirás con dolor” estaba sumamente arraigada en la sociedad británica de la época.

Si bien algunas de sus pacientes fallecen durante el parto, Simpson obtiene un respaldo definitivo cuando la Reina Victoria es sedada con cloroformo al dar a luz al Príncipe Leopold en 1853. La técnica de Simpson comienza a ser utilizada por sus colegas y el obstetra es finalmente condecorado con el título de Caballero del Reino.

A finales del siglo XX, su tocayo Homero Simpson postula la ingesta de abundantes cantidades de cerveza como anestésico general.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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algo que me motive a leer.
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