Un informe de las Naciones Unidas confirma la tendencia creciente en el envejecimiento de la población mundial. Los pronósticos indican que en el año 2050, la población mayor a 60 años representará el 32% de los seres humanos que habitarán el planeta. El número de adultos mayores crecerá desde el valor actual de 700 millones hasta aproximadamente 2000 millones a mediados del siglo XXI.
Las “nieves del tiempo” no sólo pintan de color plata a nuestros cabellos, sino que también producen un importante declive en las funciones cognitivas, en la memoria y en otras funciones de la mente. La industria farmacéutica invierte importantes cantidades de dinero en investigación y desarrollo de nuevos fármacos que permitan disminuir la velocidad de ese declive. Por suerte, ya disponemos de un remedio sencillo, económico y placentero: hacer ejercicio físico.
Todo comenzó cuando un equipo de investigadores científicos dirigidos por el Dr. Gage, del Salk Institute for Biological Studies en San Diego (California), encontró que un conjunto de ratones que se “ejercitaban” haciendo girar una rueda en el interior de sus jaulas superaban a sus congéneres “fiacas” en un experimento relacionado con la memoria espacial.
El experimento continuó con la inyección, a ambos grupos de ratones, de una sustancia colorante que se autoincorpora en aquellas células que se están dividiendo activamente. La sorpresa de los científicos fue muy grande cuando encontraron el colorante en el cerebro de los ratones, lo cual les indicó que los animales estaban creando neuronas en forma permanente. Además, encontraron que los ratones “activos” tenían el doble, y en algunos casos el triple, de neuronas "frescas" cuando se los comparaba con aquellos que no tenían la rueda en sus jaulas.
Para verificar si los seres humanos también tenían la capacidad de producir nuevas neuronas, reiteraron el experimento de la inyección de la sustancia colorante en un grupo de pacientes aquejados de cáncer terminal, quienes dieron su consentimiento para participar en el experimento científico. Las conclusiones fueron las mismas: en los seres humanos se verificó el proceso de neurogénesis: la creación de nuevas neuronas.
Los científicos arribaron a dos conclusiones extraordinarias: i) se generaban neuronas frescas en los ratones y en los seres humanos. Antes del citado estudio se consideraba que tal proceso no era factible; nacíamos con una cierta (aunque muy grande) cantidad de neuronas y no estábamos en condiciones de regenerarlas cuando las mismas morían en el proceso natural de envejecimiento; ii) la actividad física, particularmente la del tipo aeróbico, aumenta significativamente la generación de neuronas.
Un segundo experimento no sólo confirmó la validez del primero, sino que permitió inferir ciertas hipótesis relativas al mismo. Un grupo de personas, entre 21 y 45 años, comenzó a realizar ejercicios aeróbicos en forma sistemática, una hora por día durante cuatro veces a la semana. Se realizaron pruebas de memoria antes de comenzar el entrenamiento y al final de la 12º semana. Las pruebas indicaron una notable mejoría en las funciones de memoria de todos los participantes en el experimento.
La conclusión más interesante se obtuvo al analizar los resultados de las resonancias magnéticas funcionales realizadas a los sujetos del estudio. Se observó que el hipocampo de cada persona analizada recibía ahora el doble del volumen de sangre comparada con la que recibía antes de comenzar el ejercicio físico.
El hipocampo es una región del cerebro cuya principal función es la consolidación de la memoria y el aprendizaje. Una lesión en esta zona produce amnesia anterógrada, el olvido de los acontecimientos que ocurren después de la lesión. Quedan afectados los recuerdos de la mayoría de los sucesos posteriores, pero no se afecta al aprendizaje de nuevas capacidades o habilidades. Una persona con amnesia anterógrada podría aprender a conducir una bicicleta, pero no recordaría haberla visto nunca en su vida.
Un grupo de científicos del London University College encontró que el tamaño del hipocampo de los taxistas londinenses era, en promedio, más grande que el resto de los habitantes de la ciudad. También encontraron que los taxistas más veteranos poseían un mayor hipocampo que sus pares más jóvenes. Concluyeron que en esa región del cerebro debe residir la coordinación de la memoria y que crece según aumenta la capacidad del individuo de navegar por su entorno.
Numerosos neurólogos consideran que la pérdida de neuronas en el hipocampo es la causa principal del declive en las funciones cerebrales asociadas al envejecimiento. Por lo tanto, si se producen nuevas neuronas en la zona del hipocampo a través del desarrollo de una actividad física sistemática, principalmente de tipo aeróbico, estaríamos en presencia de un remedio simple, económico y placentero (el ejercicio físico produce endorfinas) que mejoraría notablemente la calidad de vida de numerosos adultos mayores.
El principal inconveniente podría ser que, en el año 2050, 2000 millones de personas decidan hacer ejercicios aeróbicos en el mismo horario. Pienso que las Naciones Unidas ya deberían formar una comisión para comenzar a organizar esta cuestión.
Las “nieves del tiempo” no sólo pintan de color plata a nuestros cabellos, sino que también producen un importante declive en las funciones cognitivas, en la memoria y en otras funciones de la mente. La industria farmacéutica invierte importantes cantidades de dinero en investigación y desarrollo de nuevos fármacos que permitan disminuir la velocidad de ese declive. Por suerte, ya disponemos de un remedio sencillo, económico y placentero: hacer ejercicio físico.
Todo comenzó cuando un equipo de investigadores científicos dirigidos por el Dr. Gage, del Salk Institute for Biological Studies en San Diego (California), encontró que un conjunto de ratones que se “ejercitaban” haciendo girar una rueda en el interior de sus jaulas superaban a sus congéneres “fiacas” en un experimento relacionado con la memoria espacial.
El experimento continuó con la inyección, a ambos grupos de ratones, de una sustancia colorante que se autoincorpora en aquellas células que se están dividiendo activamente. La sorpresa de los científicos fue muy grande cuando encontraron el colorante en el cerebro de los ratones, lo cual les indicó que los animales estaban creando neuronas en forma permanente. Además, encontraron que los ratones “activos” tenían el doble, y en algunos casos el triple, de neuronas "frescas" cuando se los comparaba con aquellos que no tenían la rueda en sus jaulas.
Para verificar si los seres humanos también tenían la capacidad de producir nuevas neuronas, reiteraron el experimento de la inyección de la sustancia colorante en un grupo de pacientes aquejados de cáncer terminal, quienes dieron su consentimiento para participar en el experimento científico. Las conclusiones fueron las mismas: en los seres humanos se verificó el proceso de neurogénesis: la creación de nuevas neuronas.
Los científicos arribaron a dos conclusiones extraordinarias: i) se generaban neuronas frescas en los ratones y en los seres humanos. Antes del citado estudio se consideraba que tal proceso no era factible; nacíamos con una cierta (aunque muy grande) cantidad de neuronas y no estábamos en condiciones de regenerarlas cuando las mismas morían en el proceso natural de envejecimiento; ii) la actividad física, particularmente la del tipo aeróbico, aumenta significativamente la generación de neuronas.
Un segundo experimento no sólo confirmó la validez del primero, sino que permitió inferir ciertas hipótesis relativas al mismo. Un grupo de personas, entre 21 y 45 años, comenzó a realizar ejercicios aeróbicos en forma sistemática, una hora por día durante cuatro veces a la semana. Se realizaron pruebas de memoria antes de comenzar el entrenamiento y al final de la 12º semana. Las pruebas indicaron una notable mejoría en las funciones de memoria de todos los participantes en el experimento.
La conclusión más interesante se obtuvo al analizar los resultados de las resonancias magnéticas funcionales realizadas a los sujetos del estudio. Se observó que el hipocampo de cada persona analizada recibía ahora el doble del volumen de sangre comparada con la que recibía antes de comenzar el ejercicio físico.
El hipocampo es una región del cerebro cuya principal función es la consolidación de la memoria y el aprendizaje. Una lesión en esta zona produce amnesia anterógrada, el olvido de los acontecimientos que ocurren después de la lesión. Quedan afectados los recuerdos de la mayoría de los sucesos posteriores, pero no se afecta al aprendizaje de nuevas capacidades o habilidades. Una persona con amnesia anterógrada podría aprender a conducir una bicicleta, pero no recordaría haberla visto nunca en su vida.
Un grupo de científicos del London University College encontró que el tamaño del hipocampo de los taxistas londinenses era, en promedio, más grande que el resto de los habitantes de la ciudad. También encontraron que los taxistas más veteranos poseían un mayor hipocampo que sus pares más jóvenes. Concluyeron que en esa región del cerebro debe residir la coordinación de la memoria y que crece según aumenta la capacidad del individuo de navegar por su entorno.
Numerosos neurólogos consideran que la pérdida de neuronas en el hipocampo es la causa principal del declive en las funciones cerebrales asociadas al envejecimiento. Por lo tanto, si se producen nuevas neuronas en la zona del hipocampo a través del desarrollo de una actividad física sistemática, principalmente de tipo aeróbico, estaríamos en presencia de un remedio simple, económico y placentero (el ejercicio físico produce endorfinas) que mejoraría notablemente la calidad de vida de numerosos adultos mayores.
El principal inconveniente podría ser que, en el año 2050, 2000 millones de personas decidan hacer ejercicios aeróbicos en el mismo horario. Pienso que las Naciones Unidas ya deberían formar una comisión para comenzar a organizar esta cuestión.
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