sábado, 23 de junio de 2007

EL DÍA QUE ME QUIERAS




¿En qué día de la semana nació Ud.?, ¿En que día de la semana comenzará el año 2010?. La reacción natural a estas preguntas es consultar algún libro o programa de computadora que contengan tales respuestas. Aunque prácticamente todos los días miramos algún almanaque, tenemos la tendencia a pensar de él como un instrumento complejo e irregular. Los meses consecutivos casi siempre tienen un número diferente de días, no hay una regularidad aparente en el día de la semana en que comienza el mes, y para complicar más el tema cada tanto aparecen los años bisiestos.

Sin embargo, hay pocas cosas tan regulares y predecibles como el movimiento anual de la Tierra alrededor del sol, movimiento que constituye la base teórica del calendario. Es conocido que en el año hay 52 semanas de 7 días cada una, totalizando 364 días. Si el planeta completara su órbita en 365 días, deberíamos concluir que una determinada fecha en un año debe corresponder a un día de la semana posterior al del año anterior. El problema radica en que el giro de la Tierra se completa en 365.242222.... días. La historia del calendario es la historia de los intentos para reconciliar esa diferencia respecto a un número entero de días.

Los primeros calendarios contenían 365 días e ignoraban la parte fraccionaria, de modo que para el año 46 a. de C. el almanaque de la República Romana estaba 3 meses desfasado del valor astronómico. El emperador Julio Cesar, advertido de ese error por el astrónomo alejandrino Sosígenes, instituyó un nuevo calendario de 365 y ¼ días, en el cual cada 4 años se agregaba un día adicional para compensar las diferencias. Orgulloso de su tarea, el emperador cambió el nombre del mes Quintilis por Julio y el nuevo calendario comenzó a denominarse Juliano. La modificación funcionó aparentemente bien hasta el siglo XVI, cuando la Iglesia notó una tendencia creciente de las Pascuas a caer en Febrero. Para corregir el problema, el Papa Gregorio XIII comisionó al astrónomo Aloisio Lilio para que desarrolle un calendario más exacto que coincida con la longitud real del año. El astrónomo concluyó sus estudios indicando que cada 4 años debería haber un año bisiesto, excepto que el año en cuestión sea múltiplo de 100, en cuyo caso no será bisiesto, excepto que sea múltiplo de 400, en cuyo caso si será bisiesto. Aunque parezca confuso, implica que cada 400 años hay 97 años bisiestos y esto nos deja un año calendario promedio de 365 + 97/400 = 365.2425, lo que para la época era un precisión excelente. Este calendario se denominó Gregoriano y es el actualmente en uso. Fue adoptado por la mayoría de los países europeos en 1582, aunque hubo que realizar una ligera corrección por el error que se arrastraba desde la época de Julio Cesar: el día posterior al 5 de octubre de 1582 fue proclamado 15 de octubre.

Con el nuevo sistema cada fecha es un día posterior al año siguiente y dos días posteriores si el año es bisiesto. Ahora podemos resolver las preguntas del comienzo de la nota o calcular en que día de la semana sucedió algo de nuestro interés. Seamos cautos si retrocedemos mucho en el tiempo porque, contreras como siempre, los ingleses se resistían a adoptar el nuevo calendario y recién lo hicieron en 1752, con lo que pueden surgir discrepancias según el país del suceso entre los años 1582 y 1752. El 2 de setiembre de 1752 la Corona Inglesa proclamó que el siguiente día será 14 de setiembre. Las colonias americanas, ignorante de los motivos de tal medida y ya en conflicto con la Metrópoli, elevaron su queja de “Devuélvanos nuestros 11 días”.

No hay comentarios.: