jueves, 8 de mayo de 2008

NO ME OLVIDES


La generación de norteamericanos que nacieron al finalizar la Segunda Guerra Mundial, particularmente entre los años 1946 a 1955, recibió la denominación de “baby boomers”. Crecieron durante la época de mayor esplendor de la economía mundial y están acercándose a su jubilación con un alto poder adquisitivo y un excelente nivel de salud, cuando se los compara con las generaciones anteriores.

Tienen una alta expectativa de vida, pero se enfrentan a un duro adversario: la declinación natural de sus habilidades mentales, que en el caso extremo termina en demencia o en la enfermedad de Alzheimer.

Es habitual que en algunas oportunidades no recordemos donde dejamos un determinado objeto u olvidemos el nombre o apellido de algún conocido. Esta situación se toma con absoluta despreocupación cuando se es joven; se debe simplemente a que estamos enfocados en otras problemáticas. Cuando lo mismo sucede y se tienen más de 50 años de edad, se encienden varias luces rojas de alarma.

La mala noticia es que por el momento no existe test de laboratorio que permita detectar el comienzo del Alzheimer. Si bien algunas empresas ofrecen un test completo de ADN por sólo 1000 dólares, no existen evidencias que los mismos puedan detectar el inicio de las diversas enfermedades mentales. Sucede lo mismo con los estudios realizados con equipos de Resonancia Magnética de Imágenes (RMI).

La buena noticia es que recientes hallazgos en el campo de las neurociencias indican que el cerebro tiene la plasticidad suficiente como para seguir entrenándolo hasta nuestros últimos días. Por lo tanto no sólo tenemos que dedicarle una cierta cantidad de horas semanales al gimnasio para mantener nuestro cuerpo en forma y alejar el peligro de enfermedades coronarias, sino también comenzar a entrenar periódicamente nuestro cerebro para que el mismo se comporte como en nuestros mejores años.

En los Estados Unidos y en otros países desarrollados está surgiendo con gran fuerza la industria del “Brain Fitness”. El producto fundamental de esta industria son los programas de computadora orientados a la estimulación cerebral. Entre los mismos sobresalen el Nintendo Brain Age 2, el software Mind Fit orientado al entrenamiento conductivo cognitivo y el Posit Science.

Lo mejor para empezar es un test para ver como estamos hoy. Recomiendo el de la página web Lumosity.com que contiene tres interesantes y sencillas pruebas:
· la primera está orientada a la atención y consiste en determinar la ubicación en la pantalla de la computadora de un pájaro y una letra que aparecen muy brevemente. Los autores postulan que la prueba está diseñada para medir y ejercitar científicamente la atención visual y la velocidad de procesamiento.
· La segunda prueba está enfocada en la memoria y consiste en recordar donde aparecen (y rápidamente desaparecen) unos “monstruos” que le impiden a un jardinero llegar hasta su flor. La prueba determina el nivel de la memoria espacial.
· La tercera prueba apunta a la velocidad de procesamiento y es similar al tetris, pero con gotas de agua en cuyo interior hay un cálculo aritmético muy sencillo que tenemos que calcular antes que la gota toque el extremo inferior de la pantalla. El test forma parte de las técnicas para agilizar el pensamiento y mejorar la capacidad de resolución de problemas.


Para realizar el test hay que ir al final de la página web y cliquear en Lumos IQ Test .


Los diseñadores de los programas proclaman que sus productos son mejores que los entrenamientos clásicos (crucigramas, sudokus, juegos de mesa) porque los mismos están diseñados científicamente, utilizan recursos visuales y auditivos, hay una tiempo que apremia para resolver las situaciones y no existe la posibilidad de generar una estrategia que permita resolverlos sin realizar un considerable esfuerzo mental.

Con buen criterio, los baby boomers están gastando dinero en su mejor inversión: estimular las funciones cerebrales para tener una vejez digna. En realidad no es imprescindible utilizar un software; es bastante probable que se obtengan resultados similares si se aprende un nuevo idioma, un nuevo instrumento musical o se practica diariamente con cálculos aritméticos y ejercicios básicos de memorización. Lo fundamental es que se trate de un conjunto diferente de actividades que se realicen de forma constante y placentera.

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