sábado, 4 de septiembre de 2010

BUCKYBALL




Quien acostumbre realizar sus búsquedas vía Google, encontrará hoy que la segunda “o” del logo de la empresa está reemplazada por un esquema interactivo que es una mezcla de pelota de fútbol con molécula química.


No se equivoca porque es ambas cosas a la vez: se trata de la “buckyball” o del buckminsterfullereno C60. Es una molécula que tiene una forma muy particular y está compuesta exclusivamente por 60 átomos de carbono. Esta molécula fue descubierta hace exactamente 25 años atrás por investigadores científicos de la Universidad Rice en Texas, Estados Unidos. La Academia Sueca otorgó a los descubridores de la molécula el Premio Nobel de Química de 1996.


Todos conocemos dos formas estables (alotrópicas) del carbono: diamante y grafito. Los fullerenos son la tercera forma estable del carbono y tienen formas esféricas, elipsoidales o cilíndricas.


Existe una gran variedad de fullerenos esféricos, que tienen variaciones en sus estructuras. El buckminsterfullereno o C60 fue el primero en ser descubierto y es el más conocido por su forma de domo geodésico. Es la molécula de fullereno más pequeña en la cual se verifica que dos pentágonos nunca comparten una arista en común, lo que da como resultado una resistencia extraordinaria a la tensión.


Los fullerenos no son sólo apreciados por su estética, sino también por sus aplicaciones en productos electrónicos, nanotecnológicos y en otras ramas de la ciencia y la tecnología.


En un post publicado el 12 de diciembre de 2007 escribí lo siguiente en relación a la buckyball: La revolución en el diseño de los balones se dio en el Mundial de México 1970 y fue impulsado por la televisación de los partidos en vivo y en directo. El modelo “Telstar” desarrollado por la empresa Adidas fue la primera de las “Bucky balls”.


El ingeniero norteamericano Richard Buckminster Fuller confiaba poderosamente en las habilidades creativas del ser humano y en la perspectiva de un futuro mejor a partir de los nuevos desarrollos tecnológicos y de una “ciencia del diseño” que fuera solucionando uno tras otro los diferentes problemas que afectaban a la humanidad.


La muerte de su pequeña hija de 4 años, debido a problemas en la vivienda que habitaban, lo impulsó a dedicarse al diseño y construcción de edificios. Investigó arduamente sobre estructuras, nuevos materiales y diferentes técnicas de construcción buscando soluciones que involucraran el mínimo consumo de materiales y energía. Se interesó particularmente en el diseño de objetos que se armaban a partir de varias partes pequeñas e idénticas.

En 1949, Buckminster Fuller construye el domo geodésico: un novedoso edificio de diseño futurístico constituido por una red altamente compleja de triángulos idénticos que forman una superficie prácticamente esférica. La similitud entre los triángulos simplifica enormemente la construcción del domo y le otorga a la estructura una resistencia superior comparado con edificios construidos con la misma cantidad de materiales. Consideremos la cáscara de un huevo: es un material débil y quebradizo, pero cuando adopta la forma ovoide su resistencia a la tensión crece enormemente.


Los diseñadores de Adidas se inspiraron en el domo geodésico de Buckminster Fuller para crear la pelota utilizada en el Mundial de México de 1970, denominada “Telstar” por el satélite que permitió la transmisión de los partidos. La pelota, rebautizada “Buckminster Ball” o “Bucky ball”, consistía en 20 superficies hexagonales (objetos con 6 lados) y 12 superficies pentagonales (objetos con 5 lados) cosidos juntos para conformar una superficie casi esférica. Desde el punto de vista geométrico, es un icosahedro truncado –un polígono con 60 vértices y 32 caras–, 12 de esas caras eran pentágonos negros y 20 eran hexágonos blancos que permitían su visualización en los televisores blanco y negro que eran mayoría para la época”.

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