Al Gore fue vicepresidente de los EE.UU. durante la presidencia de Bill Clinton (1993 – 2001).Recibió el Premio Nobel de la Paz 2007 y fue el ideólogo de la película “Una verdad inconveniente”. Fundó la Alianza para la Protección del Clima y es inversor en compañías relacionadas con las energías alternativas.
Hace pocos días, publicó un artículo titulado “El clima para el cambio” dirigido al recientemente elegido presidente de los EE.UU., Barack Obama.
En el mismo, Gore reafirma los resultados reportados por el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático relativos a la abrumadora evidencia en la modificación del clima en el planeta y a las causas del mismo. La conclusión es inequívoca: el futuro de la especie humana está en peligro.
A pesar de lo anterior, Gore postula que los tres grandes problemas de los países desarrollados, crisis económica, crisis de seguridad energética y cambio climático, pueden ser simultáneamente resueltos con las mismas herramientas.
En vez de destinar miles de millones de dólares a salvar financieras, bancos y aseguradoras, los economistas más serios acuerdan que grandes y rápidas inversiones se deben destinar a obras de infraestructura intensivas en mano de obra. Si gran parte de esas obras se refieren a energías renovables, parte del dinero a invertir se obtiene del ahorro en la importación de gas y petróleo.
Gore plantea un plan de cinco puntos que no incluye al carbón, arenas de alquitrán, arcillas petrolíferas o a las denominadas tecnologías de “carbón limpio”. Las primeras son terriblemente contaminantes y las tecnologías de carbón limpio no pasan de ser estudios de laboratorio, ya que a la fecha no existe ninguna planta a nivel de demostración en gran escala para determinar la factibilidad técnico-económica del proceso.
Este es el plan para los próximos 10 años:
Incentivos para las inversiones a gran escala en la construcción de usinas térmicas basadas en energía solar; lo mismo para granjas eólicas en un corredor que atraviesa el centro de los EE.UU.; también para grandes plantas basadas en energía geotérmica.
La construcción de una nueva red eléctrica a partir de materiales y diseños modernos que minimicen las pérdidas durante el transporte de la energía. Se pronostica un gasto de 400 mil millones de dólares, fácilmente amortizables si se tiene en cuenta que la red actual genera pérdidas por 120 mil millones al año.
Acordar con toda la industria automotriz (particularmente con las empresas pequeñas e innovadoras) que a partir de una cierta fecha, todos los vehículos serán híbridos enchufables a la nueva red. Se resolvería el problema del almacenamiento de la energía renovable porque los autos se recargarían durante la noche cuando el consumo hogareño y comercial es mínimo.
Un esfuerzo a nivel nacional para mejorar el aislamiento de los edificios y viviendas, ya que el 40% de la emisión de los gases de efecto invernadero proviene de la calefacción, refrigeración e iluminación de viviendas y edificios.
Poner un impuesto al carbono para internalizar su consumo y reemplazar el Protocolo de Kyoto por otro acuerdo internacional que motive a todos los países a reducir el consumo de combustibles fósiles y a estimular las energías renovables.
Por suerte se van Bush y sus petrofílicos; con Obama no sólo accede al poder un miembro de una minoría habitualmente marginada, sino también el integrante de una joven camada de políticos con una diferente cosmovisión. Puede ser recordado como el presidente que resolvió tres difíciles problemas; uno de ellos se trata, nada más y nada menos, que del futuro de la humanidad.
Hace pocos días, publicó un artículo titulado “El clima para el cambio” dirigido al recientemente elegido presidente de los EE.UU., Barack Obama.
En el mismo, Gore reafirma los resultados reportados por el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático relativos a la abrumadora evidencia en la modificación del clima en el planeta y a las causas del mismo. La conclusión es inequívoca: el futuro de la especie humana está en peligro.
A pesar de lo anterior, Gore postula que los tres grandes problemas de los países desarrollados, crisis económica, crisis de seguridad energética y cambio climático, pueden ser simultáneamente resueltos con las mismas herramientas.
En vez de destinar miles de millones de dólares a salvar financieras, bancos y aseguradoras, los economistas más serios acuerdan que grandes y rápidas inversiones se deben destinar a obras de infraestructura intensivas en mano de obra. Si gran parte de esas obras se refieren a energías renovables, parte del dinero a invertir se obtiene del ahorro en la importación de gas y petróleo.
Gore plantea un plan de cinco puntos que no incluye al carbón, arenas de alquitrán, arcillas petrolíferas o a las denominadas tecnologías de “carbón limpio”. Las primeras son terriblemente contaminantes y las tecnologías de carbón limpio no pasan de ser estudios de laboratorio, ya que a la fecha no existe ninguna planta a nivel de demostración en gran escala para determinar la factibilidad técnico-económica del proceso.
Este es el plan para los próximos 10 años:
Incentivos para las inversiones a gran escala en la construcción de usinas térmicas basadas en energía solar; lo mismo para granjas eólicas en un corredor que atraviesa el centro de los EE.UU.; también para grandes plantas basadas en energía geotérmica.
La construcción de una nueva red eléctrica a partir de materiales y diseños modernos que minimicen las pérdidas durante el transporte de la energía. Se pronostica un gasto de 400 mil millones de dólares, fácilmente amortizables si se tiene en cuenta que la red actual genera pérdidas por 120 mil millones al año.
Acordar con toda la industria automotriz (particularmente con las empresas pequeñas e innovadoras) que a partir de una cierta fecha, todos los vehículos serán híbridos enchufables a la nueva red. Se resolvería el problema del almacenamiento de la energía renovable porque los autos se recargarían durante la noche cuando el consumo hogareño y comercial es mínimo.
Un esfuerzo a nivel nacional para mejorar el aislamiento de los edificios y viviendas, ya que el 40% de la emisión de los gases de efecto invernadero proviene de la calefacción, refrigeración e iluminación de viviendas y edificios.
Poner un impuesto al carbono para internalizar su consumo y reemplazar el Protocolo de Kyoto por otro acuerdo internacional que motive a todos los países a reducir el consumo de combustibles fósiles y a estimular las energías renovables.
Por suerte se van Bush y sus petrofílicos; con Obama no sólo accede al poder un miembro de una minoría habitualmente marginada, sino también el integrante de una joven camada de políticos con una diferente cosmovisión. Puede ser recordado como el presidente que resolvió tres difíciles problemas; uno de ellos se trata, nada más y nada menos, que del futuro de la humanidad.
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