Lejos quedaron aquellos tiempos cuando el “muchachito” de la película miraba intensamente a la rubia, prendía un cigarrillo, inhalaba profundamente y mientras el humo fluía, la rubia caía irremediablemente a los pies del galán. Uno tras otro, los estudios comenzaban a mostrar las propiedades cancerígenas y adictivas de las sustancias utilizadas para producir los cigarrillos de uso cotidiano.
Las compañías tabacaleras intentaron negar los resultados, o desvirtuar las evidentes conclusiones, pero la información recolectada fue tan amplia que ni siquiera sus poderosos recursos económicos pudieron evitar que se difundiera la “triste” conclusión: el tabaco es la principal causa del cáncer de pulmón y “colabora” en numerosas otras enfermedades mortales.
Es posible que haya llegado el momento de su reivindicación: el profesor Charles Arntzen de la Arizona State University (EE.UU.), pionero en la utilización de la biotecnología y de la ingeniería genética en plantas, está trabajando intensamente en el desarrollo de vacunas que puedan ser producidas en gran escala y a un precio relativamente accesible a partir de plantas de tabaco.
La técnica consiste en inyectar vectores virales basados en el virus del mosaico del tabaco en la misma hoja de la planta de tabaco. Tras un breve período (5 a 15 días) se cosecha la hoja para ver si los vectores generaron una vacuna con antígenos. Cuando ello ocurre, se aumenta la escala de producción sumergiendo hojas de ese tabaco en un baño de esos vectores. Al final se obtienen vacunas de forma más rápida y eficiente, cuando se las compara con el proceso tradicional de cultivar los virus en laboratorios para luego debilitarlos o matarlos, como paso previo a la obtención de las vacunas.
El Dr. Arntzen probó esta técnica de ingeniería genética en papas, bananas y algunas verduras hasta concluir que la hoja de tabaco era el “carrier” más efectivo. Lógicamente, las hojas de tabaco deben ser purificadas mediante filtros especiales para eliminarles los alcaloides cancerígenos.
Las primeras vacunas a obtener mediante este proceso serán utilizadas para proteger contra la hepatitis B, el cáncer cervical, reducir las infecciones gastrointestinales, y en el futuro próximo se espera que combatan al temible linfoma no Hodgkin, uno de los cánceres más virulentos y mortales. También se están desarrollando vacunas para utilizarlas en aves de corral (pollos, gansos, patos) para que los mismos lleguen sanos a su inevitable destino final.
Estas vacunas entusiasman a la industria farmacéutica porque serán aplicadas de forma oral o nasal (con un spray) y requieren ser utilizadas periódicamente, de ahí la necesidad de su bajo costo.
Lo más promisorio es la lógica incluida en el combate del linfoma no Hodgkin: dado el corto período de crecimiento de los antígenos, la idea es producir una vacuna basada en el sistema inmune del paciente. Al poder obtenerla en sólo 15 días, se la utilizará para estimular al sistema inmunológico del paciente para que ayude a derrotar al cáncer.
Algunos fundamentalistas de la cruzada antitabaco llegaron a proponer que las películas fueran reeditadas para eliminar las escenas donde el fumar tuviera una connotación positiva. Suena bastante parecido a la distopía de George Orwell, 1984, donde el gobierno modificaba la historia según la conveniencia del presente. Para quienes valoramos la libertad, tales opiniones y actitudes merecen nuestra mayor reprobación.
Para la industria tabacalera, el sueño es poder primero vender la sustancia cancerígena y luego la misma sustancia, portadora de la vacuna salvadora.
Las compañías tabacaleras intentaron negar los resultados, o desvirtuar las evidentes conclusiones, pero la información recolectada fue tan amplia que ni siquiera sus poderosos recursos económicos pudieron evitar que se difundiera la “triste” conclusión: el tabaco es la principal causa del cáncer de pulmón y “colabora” en numerosas otras enfermedades mortales.
Es posible que haya llegado el momento de su reivindicación: el profesor Charles Arntzen de la Arizona State University (EE.UU.), pionero en la utilización de la biotecnología y de la ingeniería genética en plantas, está trabajando intensamente en el desarrollo de vacunas que puedan ser producidas en gran escala y a un precio relativamente accesible a partir de plantas de tabaco.
La técnica consiste en inyectar vectores virales basados en el virus del mosaico del tabaco en la misma hoja de la planta de tabaco. Tras un breve período (5 a 15 días) se cosecha la hoja para ver si los vectores generaron una vacuna con antígenos. Cuando ello ocurre, se aumenta la escala de producción sumergiendo hojas de ese tabaco en un baño de esos vectores. Al final se obtienen vacunas de forma más rápida y eficiente, cuando se las compara con el proceso tradicional de cultivar los virus en laboratorios para luego debilitarlos o matarlos, como paso previo a la obtención de las vacunas.
El Dr. Arntzen probó esta técnica de ingeniería genética en papas, bananas y algunas verduras hasta concluir que la hoja de tabaco era el “carrier” más efectivo. Lógicamente, las hojas de tabaco deben ser purificadas mediante filtros especiales para eliminarles los alcaloides cancerígenos.
Las primeras vacunas a obtener mediante este proceso serán utilizadas para proteger contra la hepatitis B, el cáncer cervical, reducir las infecciones gastrointestinales, y en el futuro próximo se espera que combatan al temible linfoma no Hodgkin, uno de los cánceres más virulentos y mortales. También se están desarrollando vacunas para utilizarlas en aves de corral (pollos, gansos, patos) para que los mismos lleguen sanos a su inevitable destino final.
Estas vacunas entusiasman a la industria farmacéutica porque serán aplicadas de forma oral o nasal (con un spray) y requieren ser utilizadas periódicamente, de ahí la necesidad de su bajo costo.
Lo más promisorio es la lógica incluida en el combate del linfoma no Hodgkin: dado el corto período de crecimiento de los antígenos, la idea es producir una vacuna basada en el sistema inmune del paciente. Al poder obtenerla en sólo 15 días, se la utilizará para estimular al sistema inmunológico del paciente para que ayude a derrotar al cáncer.
Algunos fundamentalistas de la cruzada antitabaco llegaron a proponer que las películas fueran reeditadas para eliminar las escenas donde el fumar tuviera una connotación positiva. Suena bastante parecido a la distopía de George Orwell, 1984, donde el gobierno modificaba la historia según la conveniencia del presente. Para quienes valoramos la libertad, tales opiniones y actitudes merecen nuestra mayor reprobación.
Para la industria tabacalera, el sueño es poder primero vender la sustancia cancerígena y luego la misma sustancia, portadora de la vacuna salvadora.
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